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¿Seguro que quieres eliminar esta foto?

2017

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¿Seguro que quieres eliminar esta foto?

2017 - Ansia Galería

Texto curatorial por Lucía Álvarez

En las vidas editadas que una selfie propone como imagen relampaguea más que una simple replicación del consumo de sí. Pilar Marchiano interroga la opacidad de estas visiones incesantes de individualidad y píxeles y hace centellar la potente sonoridad de tiempos puestos en contacto: selfies que recomponen las esquirlas de una historia del arte cuya genealogía se remonta a las vidas artísticas retratadas por Vasari[1]: poses y gestos replicados y vueltos convención configuran un repertorio de cuerpos dispuestos en el espacio, históricamente recurrentes y figurantes. Entre la selfie y el autorretrato pictórico fulguran tiempos diferidos y distantes. Reponerlos súbitamente, aún cuando su contacto deslice sospechas, es un ejercicio de mirada donde la producción de imagen pictórica es a la vez una imagen-pensante que, a cada pincelada, instala la pregunta por los tiempos que sobrevienen en la selfie, los modos de pensar la actualidad aumentada del género autorretrato sustraído del intimismo, ingresado en la producción de individualidad 2.0. Desacelerar la urgencia, detenerse ante la imagen, crear un perfil en estado de exhibición y de suspensión de lo visible, para desajustar allí los mecanismos que traccionan la eficacia de estos autorretratos. ¿Seguro que quieres eliminar esta foto? dispara el título de esta exposición, a la vez que nos exhorta a demorarnos y pensar con y desde las imágenes.

 

[1] Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos (1550) designa el título del libro atribuido a Giorgio Vasari, a menudo propuesto como aquel que inaugura desde el campo literario la disciplina de la historia del arte.

Píxeles

2019 - Facultad de Ciencias Económicas de la UNLP

Texto curatorial por Marisa Schieda

 

En las redes sociales las imágenes se acumulan sumándose y sustituyéndose vertiginosamente. El «momento detenido» de las instantáneas se vuelve múltiple, volátil, efímero. Los píxeles se reemplazan para reconstruirse en nuevas estructuras.

El «aquí y ahora» que plasmamos en cada posteo de Instagram va trazando nuestros perfiles por medio de una sucesión acelerada de imágenes, las cuales, casi en el mismo instante en que se suben, dejan de ser. Contradictoriamente, las fotografías no congelan el momento, sino que se disuelven. El presente fluye hacia otro presente que lo desplaza en las pantallas.

En estas pinturas —que pertenecen a una serie más amplia— se exacerba esa fugacidad: en ellas las formas quedan indeterminadas, los píxeles se desprenden hacia los bordes del marco como si lo abandonaran. Intentan recuperar, hacer evidentes, los instantes inasibles en que una imagen reemplaza a otra, que se desvanece. Toman esos momentos minuciosamente construidos que crean un perfil y los preservan de la acelerada sustitución. Lo inacabado en ellas es la indefinición de una realidad virtual que no se detiene ni se cierra: los blancos quiebran las líneas firmes del acrílico, prolongándose más allá de la tela.

Nos presentan la doble cara de las imágenes que habitan las redes: definitorias e imborrables accesibles por cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento, pero breves y fugaces, consumidas por el vértigo de publicar o desaparecer.

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